martes, 19 de abril de 2011

Evolución del Estereotipo a Través de los Tiempos


A partir del siglo XIX el vampiro tiende a humanizarse, adquiriendo la figura de un aristócrata pálido, romántico, elegante y de un atractivo sexual ambiguo y en ocasiones trasgresor. Como los vampiros de antes estos necesitan beber sangre, no necesitan comida humana, agua ni oxígeno, en ocasiones son incapaces de comer y beber algún otro líquido.
Estos adoptan comportamiento humano para camuflarse entre sus víctimas que evitaban ser descubiertos. Como los vampiros de antes estos suelen ser afectados por las mismas limitaciones, como los símbolos religiosos, el ajo, las estacas en el corazón, la luz solar etc. Siguen siendo criaturas de hábitos nocturnos y crueles con los humanos.
Por supuesto Drácula ha sido el principal referente para establecer los rasgos vampíricos tradicionales de la época contemporánea; como cambiar de forma a voluntad (lobo, murciélago, polvo o niebla), también trepar los muros de su castillo tal y como lo hace un insecto. Otro rasgo es la incapacidad de reflejarse en un espejo que no se encuentra en la creencia original. Otro rasgo son sus dientes afilados y labios especialmente rojos.
En la novela el cazador de vampiros Abraham Van Helsing sostiene que un vampiro puede ser destruido con estacas en el corazón, decapitación o incineración.
Aunque tradicionalmente les dañaba a luz solar en la novela Drácula puede salir y pasear de día, pero se siente incómodo y molesto además de no poder utilizar sus poderes sobre naturales, tal como se vio en el relato al atacarlo en su refugio.
Aunque me hubiera gustado que en la novela explicaran la razón por la cual no le afectaba mucho la luz del sol cuando salió de paseo en Londres y al amanecer, casi al final de la novela, el sol le afecta mucho más que le vez anterior y eso que estaba en su patria
En las novelas del siglo XX hay una tendencia progresiva de los vampiros a humanizarse más, los diversos autores eligen solo unos rasgos y desechan otros, incluso inventan unos nuevos, al mismo tiempo que se desarrollan teorías objetivas para justificar su existencia.
Algunos vampiros literarios tienen la capacidad de volar, mediante levitaciones sobre naturales o bien con sus alas cuando se transforman en murciélago. Algunas tradiciones sostienen que no pueden entrar en una casa a menos que lo invite el dueño, como ya les mencione antes. Otras sostienen que duermen en ataúdes llenos de su tierra natal, aunque en la novela Carmilla, la vampiresa duerme en un ataúd lleno de sangre, en lugar de tierra.
Otros vampiros muestran poderes mágicos que les permiten controlar a los animales, el tiempo atmosférico, o crear ilusiones. Solo en algunas ocasiones los vampiros suelen ser comparados con los hechiceros.

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