A comienzos del siglo XVIII los casos de vampirismo pasaron de las tradiciones populares a publicaciones periodísticas y eruditas de Europa, las cuales comenzaron a informar y analizar casos específicos en los cuales el más emblemático sería el de un serbio llamado Arnold Paople, se le hizo una investigación la cual incluyó la exhumación del cadáver.
Esta investigación fue para aclarar ciertas dudas sobre las supersticiones que se tenían, de que se había convertido en un vampiro, ya que algunas personas lo creían, pero otras lo dudaban y muchas simplemente no lo creían completamente.
El médico Johannes Fülckinger, uno de los galenos que asistieron a la exhumación de Arnold Paople, publicó en Belgrado la obra titulada Visum et Repertum.
El 13 de febrero, el padre Glaser, el vienés Dr. Johann Friederich Glaser, remitió al periódico una carta describiendo el caso tal cual, lo relató a su hijo mediante una misiva fechada el 18 de Enero. Fue tal el impacto e interés de la historia que fueron reproducidos en numerosos tratados y artículos.
Los informes en el reporte médico que originaron tal leyenda, en la cual, por el estado del cadáver, creían que todavía vivía, las personas de ese tiempo tenían poca comprensión sobre la descomposición de cadáveres.
En lo que se llama El Siglo de las Luces, gracias a que predomina la razón y el desprestigio de las supersticiones, se trató de desvirtuar las leyendas incluidas las de vampiros. Ya que uno o dos siglos antes la gente comenzó a cuestionarse sobre la existencia del infierno y de los castigos divinos, la gente ya había pensado con su propio criterio.
En 1746 el monje Benedicto Dom Ausgustin Calmet publicó una obra en la que desacreditaba toda creencia en los vampiros con argumentos cristianos, aunque esta obra con muchas otras en contra del mito de los vampiros, solo consiguieron incrementar aún más la creencia en dicho mito.
Después de esta época se comienza a tratar al vampiro como un monstruo de características sensuales e incluso seductoras.
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